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Parte 2ª
Confidencias de Jesús a un Sacerdote
Mons. Ottavio Michelini
25 de Mayo de 1976
FORTALEZA DESGUARNECIDA
El comunismo ateo y la transformación de la sociedad, mediante el proceso industrial en curso en la civilización de consumo, han sido inmejorables armas en manos del Enemigo del hombre para volver materialista y atea a la humanidad entera; han sido los medios mejores para alejar al hombre de Dios.
El Enemigo, que desde la creación
del hombre no ha descuidado nada para arrancarlo de Dios y dirigirlo al camino
de la perdición, ha orquestado con su inteligencia, superior a la humana, una
guerra que conduce con tenacidad y perfidia.
Es justo decir que no han faltado las tentativas de reacción. Pero es increíble
que, a medida que crecía la acción pervertidora del Enemigo, se debilitase en mi
Iglesia la contraofensiva con medios adecuados. Ha habido, sí en la Iglesia, una
reacción externa bastante viva (Movimiento católico de Obreros, Estudiantes,
Profesionales...) pero, por el contrario, se ha ido enfriando la acción interna
de resistencia y de contraataque.
Os llamo aún la atención otra vez, y no por casualidad, León XIII, que vislumbró este gran peligro y no dejó de componer un Exorcismo que pudiera ser utilizado por todos, Sacerdotes y simples fieles, para detener el avance enemigo. Fueron poquísimos los que sacaron provecho de él; la mayoría no comprendieron.
El Enemigo, como hábil estratega, asaltaba la Iglesia no sólo desde afuera (Racionalismo, Revolución francesa, Positivismo, Masonería, Socialismo, Marxismo, etc.) sino que trabajaba hábilmente en su interior.
Hendidura interior
Los últimos Papas, - recordad, por ejemplo, Pío IX, León XIII, Pío X, Pío XII- han sido grandes luchadores contra los varios movimientos de ofensiva que, como columnas que el Enemigo hacia avanzar en varias direcciones, apuntaban a la Iglesia para denigrarla y resquebrajarla. Satanás buscaba destruirla y la acción más solapada la realizaba en el interior mismo de la Iglesia (ve el Modernismo, Horizontalismo, Permisivismo.). Mientras el asedio externo se hacía cada vez más estrecho y directo, él buscaba abatir las estructuras capaces de resistencia.
Cayeron así las cofradías, cayeron otras pías uniones y asociaciones que habían nacido y crecido para alimentar la vida de la Fe y la vida de Gracia.
Los Pastores de almas no advirtieron el desequilibrio que se estaba verificando en la Iglesia. No se las ingeniaron, salvas siempre excepciones, para remediar con otros medios más adecuados a la evolución de los tiempos. Mi Iglesia quedó como una fortaleza desguarnecida y desarmada. El grito de alarma lanzado por los Papas no siempre encontró aquella pronta y diligente colaboración que habría frenado e incluso detenido la acción del enemigo.
Correr a los refugios
No habríais llegado al estado
actual; no tendría Yo hoy cristianos que no saben ni siquiera que están
enrolados en un gran ejército, cuyo objeto es desbaratar al temible enemigo de
vuestras almas, que no deja nada con tal de desviaros al camino de la perdición
eterna.
Vosotros, vuestros hijos, vuestras familias, vuestra sociedad, os habéis
encontrado hechos prisioneros sin ni siquiera daros cuenta, os habéis encontrado
transformados en enemigos de vosotros mismos y del Sumo Bien, del cual, por el
cual y para el cual habéis sido creados. ¡Este es el gran drama de la Iglesia!
Para libertar a mi Iglesia y a mis hijos de la tiranía cada vez más descarada del enemigo, ¡es necesario sublevarse y correr a los refugios sin demora! Para aliviar tantos sufrimientos causados por el dominio de Satanás sobre las almas, es necesario organizarse sin perder tiempo, actuar con humildad y con una fe tenaz.
¡Yo, Jesús, os daré las indicaciones a seguir!
Mientras tanto, para encontraros a vosotros mismos, extraviados y perdidos en medio de la anarquía imperante hoy, usad las indicaciones que la Virgen, Madre mía y vuestra, os ha dado en Fátima, en Lourdes y en tantísimos otros lugares: ¡Oración y Penitencia! Se necesita más oración y penitencia consciente.
Organizaos para este fin bien preciso: para que mi Corazón Misericordioso y el Corazón Inmaculado de mi Madre y vuestra apresuren el triunfo final de esta inmensa lucha, de esta gigantesca batalla en la que Vida y muerte, Luz y tinieblas, Verdad y error están frente a frente en una batalla decisiva.
Te bendigo, hijo mío.
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